jueves, 15 de noviembre de 2012

Las reacciones químicas de nuestro cuerpo son las que nuestra mente determina

     La psicóloga de la Universidad de Stanford, Carol Dweck, se percató de que los alumnos tenían sus propias creencias acerca de la naturaleza de la inteligencia, y que estas creencias parecían tener un efecto en su ejecución académica. Había alumnos que creían que la inteligencia es una característica fija, como la altura en centímetros que uno tiene, o el número de dientes que uno tiene en la boca; mientras que otros creían que la inteligencia podía acrecentarse y desarrollarse, como una planta. La investigadora comparó posteriormente las calificaciones en matemáticas de ambos grupos durante el transcurso de los dos años siguientes, y descubrió que los alumnos que creían que la inteligencia puede desarrollarse habían subido sus notas en matemáticas, mientras que las notas de aquellos que creían que la inteligencia es una característica fija habían bajado.

     En sus trabajos, Dweck se preguntaba: "Si les diésemos a los alumnos una predisposición mental de crecimiento, si les enseñásemos la manera de ver su inteligencia, ¿mejorarían sus calificaciones?". Compuso un grupo de cien alumnos de séptimo grado con bajas calificaciones en matemáticas y los dividió, aleatoriamente, en dos grupos. El primer grupo fue instruido en unas buenas técnicas de estudio, mientras que el segundo recibió información sobre el modo en que se desarrolla el cerebro, formando nuevas conexiones neuronales cada vez que se enfrenta a cosas novedosas y a desafíos. Los chicos "aprendieron que el cerebro forma en realidad nuevas conexiones cada vez que aprendes algo nuevo y que, con el tiempo. esto te hace más inteligente". Al final del semestre, los alumnos que habían recibido el minicurso en neurociencia habían mejorado significativamente sus calificaciones en matemáticas por encima del otro grupo. Dweck dice: "Cuando se esforzaban en la escuela, en realidad visualizaban cómo se desarrollaba su cerebro". Y esta visualización tenía efectos concretos en su rendimiento académico.

Extraido del libro "El Genio en sus Genes", de Dawson Church

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