jueves, 3 de enero de 2013

La mente lo puede todo, pero debe programarla

Entrevista a José González, psicólogo y programador mental.
La Vanguardia, por IMA SANCHIS

Tengo 69 años. Nací en Ourense, vine a Barcelona a hacer la mili y me quedé. Estoy casado, tengo 4 hijos y 5 nietos. Soy profesor de Pedagogía Terapéutica y psicólogo clínico, creo en el poder de la mente y enseño a las personas a programar su ‘ordenador de a bordo’ de forma positiva. Creo que Dios sigue creando a través del hombre.

José González nunca fue un dechado de autoestima. Cuando a un niño disléxico se le obliga a leer en voz alta, las burlas son crueles. Las cosas no le fueron bien. A los 40 años estaba lleno de deudas y con 4 hijos. Decidió rebobinar, estudiar psicología para entenderse. Así llegó a conocer a José Silva y su ‘mind control’ y superó enfermedades e inseguridades. Ahora aplica el método, con modificaciones personales, a sus pacientes, con los que trabaja semanalmente para convertirlos en dueños de su mente. Le pido un consejo: “Relájese por el método que conozca y dígase: ‘Yo voy a superar este problema, no me voy a amedrentar’. Luego dedique dos minutos a imaginar lo feliz que es con el problema vencido. Hágalo una y otra vez”; me dice con el entusiasmo del niño que ya puede leer.

--------------------------------------------------------------------------------------------
Yo era un modesto empresario que se arruinó.

¿Y antes?

Un niño disléxico que rozó el fracaso escolar.

Mal comienzo.

Al leer en voz alta tropezaba en cada palabra y lloraba amargamente cuando veía mis notas. También fui disortográfico hasta que me aprendí de memoria todas las reglas de Miranda Podadera para poder preparar las oposiciones.

¿A qué edad se arruinó?

A los 40 años, con cuatro hijos. Tenía un montón de deudas y estaba asustado. Trabajé en lo que pude y decidí estudiar la carrera de Psicología por las noches.

¿Qué quería resolver con la psicología?

Mi vida. Cuando terminé la carrera, estudié el método Silva de programación de la mente para aplicarlo a mí mismo a nivel fisiológico, psicológico y económico.

¿Estaba enfermo?

Padecía litiasis, piedras en el riñón con mucha frecuencia. Cada vez que tenía un cólico nefrítico me sentía morir. El nefrólogo me enseñó a cuidarme y yo programé mi mente, que rige consciente e inconscientemente todas las funciones, para que mis riñones dejaran de fabricar calcos renales.

¿Y?

Desaparecieron los calcos y apareció una hiperplaxia de próstata.

Vaya por Dios.

El proceso se alargó, pero no me rendí. Me programé y cada año mi urólogo iba comprobando como disminuía mi próstata hasta el último informe radiológico: “Próstata dentro de los límites de la normalidad”.

Felicidades.

Luego apliqué ese método de programación positiva a fijarme metas para salir del atolladero económico en el que me encontraba. El resultado fue tan bueno que decidí enseñar a mis pacientes lo aprendido.

¿Cómo se programa una mente?

Dándole la información que queremos que asuma cuando está en un nivel especial que llamamos alfa y que se alcanza mediante la relajación. Hacemos bajar la frecuencia de las circunvoluciones cerebrales y dejamos de emitir ondas beta para emitir ondas alfa.

¿Ondas beta, ondas alfa?

Las ondas beta son las que emite nuestro cerebro en estado de vigilia, en alfa –tal como descubrió el señor Silva– nuestra mente tiene otras capacidades donde es posible programarnos para conseguir nuestros objetivos dando información al cerebro con palabras y/o con imágenes.

¿Visualizaciones?

Sí, la visualización positiva. Cuando está en el nivel alfa, el paciente se visualiza con el problema resuelto, eso produce una emoción que también colabora en el proceso de curación. ¿Sabe lo que pasa?

¿Qué pasa?

Que desde niños aprendemos a programarnos en negativo, a tener miedo, a suspender cuando hemos estudiado lo suficiente, a esperar el mal resultado cuando hemos puesto los medios para el satisfactorio. Nos convertimos en adultos que arrastran una pesada carga de noes, acostumbrados a protegernos de lo malo que puede venir asumiéndolo antes de que venga. Y todos sabemos que lo negativo atrae a lo negativo.

Deme un consejo para programar la tranquilidad y la alegría.

Después de relajarse, visualícese tranquila y serena haciendo las cosas que hace cada día. No menosprecie sus ocupaciones, todas son útiles, así que imagine que lo que hace sirve a los demás, siéntalo, véalo; eso eleva la autoestima, un valor fundamental para estar contento.

¿Y para resolver problemas prácticos?

Vamos creando un laboratorio psíquico en el que tenemos todo tipo de recursos para fabricar soluciones y siempre nos visualizamos con el problema resuelto. Es un ejercicio que hay que repetir, se trata de la imaginación creativa. Le aseguro que la mente es poderosísima, pero hay que programarla bien.

¿Siempre tiene éxito?

No, yo doy técnicas de trabajo, reviso cada semana si el paciente ha avanzado o no. Empezamos por cosas muy simples y poco a poco lo vamos complicando, pero el trabajo lo ha de hacer cada uno. He sido capaz de curar a gente con graves enfermedades y a veces no he podido con problemas banales. Hay que ejercitar la voluntad, ser constante.

Si tienes voluntad y constancia, no necesitas métodos.

De acuerdo, pero sin conocimiento, técnicas que llevan años estudiándose y depurándose, le será más difícil. Pero estoy de acuerdo, lo que más prepara para el éxito, sea del tipo que sea, es superar dificultades.

¿En qué consisten esas técnicas?

Al principio son cosas sencillas como programarse para dormirse rápidamente, permanecer despierto o decirle a tu cerebro a qué hora debe despertarte. Luego aprendemos a controlar dolores de cabeza, cansancios, estados de ánimo bajos y la cosa se va complicando.Ver resultados es muy transformador. Todo es programable, tenemos facultades que no nos acabamos de creer.

Parece sencillo.
Requiere esfuerzo porque una persona se puede programar en alfa para pensar en positivo, pero luego, cuando está en beta desprogramarse al incidir en comentarios del tipo “no puedo”, “ no lo conseguiré”...

Entonces se trata de un gran cambio.
Hay que estar todo el día con el plumero barriendo los negativos imponderables que nos han inculcado. Cuando se dé un mensaje negativo, dígase después: “Retiro lo dicho”.
 
Fuente: http://hemeroteca.lavanguardia.com/preview/2006/05/15/pagina-60/48570522/pdf.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario