viernes, 20 de septiembre de 2013

Meditación, autocontrol y neuroplasticidad

Algún cursi de blanco pelo ensortijado ha dicho hace poco que el cerebro humano es “la obra cumbre de la naturaleza”, como si ésta fuese agente y como si no hubiese un más allá en la evolución. Este mismo cursi es el que resalta su portentosa organización y se maravilla de cómo, de un montón de células que apenas llega al kilo y medio, puede emerger la, y cito, “hechicería de la ciencia y lo sublime del arte”. Lo que cursis como este no suelen mencionar es que este mismo encéfalo (recordemos que el cerebro es sólo una parte) tiene auténticas dificultades para controlarse más allá de la homeostasis tisular más básica, es decir, autocontrolar las llamadas funciones superiores. Este mismo encéfalo se autoatormenta con ansiedades y fobias inexplicables, tristezas suicidas y adicciones destructivas de todo color y condición.


Esta falta de autocontrol ha llevado al desarrollo desde que se tiene noticia de distintas técnicas para mejorarlo.
Muchas de estas técnicas han estado ligadas a alguna forma de espiritualidad. Así desde las reglas de las órdenes religiosas más austeras y los ejercicios espirituales de Ignacio de Loyola, por citar ejemplos próximos, al yoga hindú, los humanos han buscado formas de incrementar el control sobre sus acciones. Algo cuya dificultad surge, como hemos comentado en alguna ocasión, de que la mayor parte de nuestras decisiones se toman a nivel inconsciente influidas por aspectos evolutivos completamente irracionales y fuera del ámbito de la consciencia; como solemos repetir, somos seres racionalizadores, no racionales.

No obstante lo anterior, en los últimos tiempos parece estar asentándose la idea de que existen formas, validadas por repetidos estudios neurocientíficos, de incrementar de forma efectiva ese autocontrol. Así, por ejemplo, con ayuda de la resonancia magnética funcional en tiempo real (rtfMRI, por sus siglas en inglés) usada como retroalimentación ha habido personas que han sido capaces de autorregular funciones encefálicas de tal forma que, al menos transitoriamente, han reducido la ansiedad y mejorado su estado de ánimo general.

Pero, como es obvio, nadie va a tener en casa un rtfMRI para su uso y disfrute particular. Por eso es mucho más interesante otra forma de conseguir lo mismo: la meditación. Si bien existen muchas variantes con un marcado carácter espiritual, su adaptación clínica, esto es, la práctica sin ningún componente espiritual (que es básicamente una racionalización, pero este es otro tema) está demostrando ser útil para una serie de desequilibrios mentales. En concreto un tipo específico de meditación, la que nosotros llamaremos meditación de atención plena o MAP (en inglés mindfulness meditation).


Se puede considerar que la MAP no es otra cosa que una bioretroalimentación, rudimentaria si se quiere, en la que la persona comprende sus sentimientos y estados mentales, auto-reflexiona y usa esta reflexión como retroalimentación.
La MAP cambia el encéfalo

La investigación de la última década parece indicar que la MAP cambia el encéfalo de muchas maneras. A este respecto es interesante la revisión que realizaron (2012) Davidson y McEwen en Nature Neuroscience [1].


En 2009 saltó a los titulares de la prensa el descubrimiento de que la meditación aumenta la materia gris [2]En una investigación posterior [3] por parte de un equipo independiente dirigido por Sara Lazar se encontró que efectivamente existían diferencias estructurales entre meditadores de mucho tiempo y sujetos de control y que, tras sólo unas semanas de meditación, se apreciaban incrementos en las de materia gris en aquellas áreas implicadas en el control emocional y de otras funciones cognitivas.

Todo lo anterior está muy bien pero, ¿existen pruebas que liguen la MAP con una mejora del autocontrol y que esto se traduzca en un cambio físico apreciable? Esto es, las mejoras en autocontrol ¿tienen un correlato físico medible? (lo que indicaría, incidentalmente, que es el cuerpo el que refuerza, no una presunta alma).

El equipo de Lazar ha investigado esta conexión entre autocontrol y cambios físicos. Para ello se fijaron en una técnica clínica basada en la MAP para controlar el estrés patológico llamada Reducción del Estrés Basada en MAP (MBSR, por sus siglas en inglés), que tiene mucho éxito a la hora de mejorar los síntomas, pero de la que se desconocían sus mecanismos.
Para ello los investigadores dividieron a personas que padecen trastorno ansiedad generalizada en dos grupos, uno recibiría un entrenamiento en gestión del estrés sin meditación y el otro en MBSR. Ambos durante 8 semanas. Los resultados aparecieron publicados este año [4].

Los participantes en el estudio que practicaron MBSR tenían de forma apreciable menores niveles de ansiedad que el grupo de control (ambos grupos presentaron reducción en los niveles). Lo más interesante es que se apreció un incremento en la actividad de las regiones prefrontales tras el MBSR, y en la conectividad entre las áreas prefrontales y la amígdala. Cuanto mayor era el incremento, mayor era la reducción en los niveles de ansiedad.

Los estudios que tratan esta conexión entre neuroplasticidad y MAP son cada vez más abundantes. Baste, a título de ejemplo, que en enero de este año Social, Cognitive and Affective Neuroscience dedicase un número especial a la neurociencia de la MAP, que trata investigaciones tan diversas como el efecto de la MAP en la ansiedad social, el tabaquismo pasando o la depresión.

Vemos sus efectos, pero, ¿cómo actúa la MAP? Parte de la respuesta podría estar en un estudio recién publicado por el equipo encabezado por Kathleen Garrison en NeuroImage [5]. Usando rtfMRI los investigadores descubrieron que la descripción de los meditadores de la auto-reflexión durante la meditación (cómo la mente se concentra en un objeto, se evade y luego vuelve a la tarea) se corresponde muy bien con la actividad en córtex cingulado posterior (CCP), una parte del cerebro relacionada con el pensamiento auto-referente.

Pero hay más. Cuando los participantes en el estudio veían los resultados de su propia actividad cerebral, los meditadores experimentados (no los novatos) eran capaces de incrementar la actividad del CCP a voluntad. Por tanto la MAP sería, de hecho, entrenarse en alterar esa región cerebral.

Para los que ya meditan esto no es más que la confirmación de lo que ya sabían.

Referencias:

[1] Davidson R.J. & McEwen B.S. (2012). Social influences on neuroplasticity: stress and interventions to promote well-being, Nature Neuroscience, 15 (5) 689-695. DOI:
10.1038/nn.3093

[2] Luders E., Toga A.W., Lepore N. & Gaser C. (2009). The underlying anatomical correlates of long-term meditation: Larger hippocampal and frontal volumes of gray matter, NeuroImage, 45 (3) 672-678. DOI:
10.1016/j.neuroimage.2008.12.061

[3] Hölzel B.K., Carmody J., Vangel M., Congleton C., Yerramsetti S.M., Gard T. & Lazar S.W. (2011). Mindfulness practice leads to increases in regional brain gray matter density, Psychiatry Research: Neuroimaging, 191 (1) 36-43. DOI:
10.1016/j.pscychresns.2010.08.006

[4] Hölzel B.K., Hoge E.A., Greve D.N., Gard T., Creswell J.D., Brown K.W., Barrett L.F., Schwartz C., Vaitl D. & Lazar S.W. & (2013). Neural mechanisms of symptom improvements in generalized anxiety disorder following mindfulness training, NeuroImage: Clinical, 2 448-458. DOI:
10.1016/j.nicl.2013.03.011

[5] Garrison K.A., Scheinost D., Worhunsky P.D., Elwafi H.M., Thornhill T.A., Thompson E., Saron C., Desbordes G., Kober H. & Hampson M. & (2013). Real-time fMRI links subjective experience with brain activity during focused attention, NeuroImage, 81 110-118. DOI:
10.1016/j.neuroimage.2013.05.030

Fuente: http://www.experientiadocet.com/2013/09/meditacion-autocontrol-y.html?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3A+ExperientiaDocet+%28Experientia+docet%29

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