Los expertos en neuroeconomía vinculan el 80% de las compras a la emoción.
Aconsejan dejar por escrito las decisiones tomadas para evitar impulsos.
Las emociones no son buenas consejeras cuando se trata de dinero y negocios. La señorita T y el señor M tomaron dos decisiones que cambiaron su vida y cada una de ellas con resultado distinto: T, después de haber acabado Arquitectura en plena crisis inmobiliaria, decidió abrir una franquicia de una famosa marca de helado en el Barrio de Salamanca (Madrid). Después la trasladó a Leganés y acabó convirtiéndola en una franquicia de yogur helado que sí triunfó en el pueblo madrileño. M, vendedor de souvenirs y cristal de plomo en el centro de Praga, se arriesgó a subir el precio de su producto estrella varias veces, lo que le hizo aprender, después de limitar su beneficio y caer en ventas, qué valor real tenía el cristal. Que fueran decisiones acertadas o no tiene mucho que ver con las emociones y con el cerebro. La experiencia de T y M son solo dos de los ejemplos que aparecen en el libro Tu dinero y tu cerebro. Por qué tomamos decisiones erróneas y cómo evitarlo según la neuroeconomía (Conecta, 2013), de Pedro Bermejo y Ricardo Izquierdo y que explica la importancia que tiene pensar las decisiones económicas antes de actuar.
“En el 80% de las compras nos dejamos llevar por las emociones. La mejor manera de combatir y evitar caer en las emociones es el conocimiento. Hay una gran guerra de información, pero si el consumidor tiene más información es menos manipulable”,